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Día del orgullo gay: antes de irme a la fiesta, un relato de cómo fue la manifestación «Pel dret al propi cos», esta tarde por las Ramblas.
Hoy os cuento del orgullo de ser mujer. De expresarse como mujer. De crear una obra de ficción, como mujer.
Tiendo un hilo entre textos del 1936 (Victoria Ocampo, 1890-1979, la intelectual argentina que fundió la revista Sur), 1942 (Gabriela Mistral, 1898-1957, gran poetiza y también consul chilena), y 1928 (Virginia Woolf, gran escritora inglesa). Todas mujeres muy cercanas entre ellas, en un tiempo donde se hablaba francés entre élites de Buenos Aires, y los autores del mundo entero se hacían publicar en París y Buenos Aires.
La mujer y su expresión. Victoria Ocampo. 1936. Fragmento
«Creo que, desde hace siglos, toda conversación entre el hombre y la mujer. empieza por un «no me interrumpas» de parte del hombre. Hasta ahora el monólogo parece haber sido la manera predilecta de expresión adoptada por él. Durante siglos, habiéndose dado cuenta cabal de que la razón del más fuerte es siempre la mejor (por más que no debiera serlo), la mujer se ha resignado a repetir, por lo común, migajas del monólogo masculino disimulando a veces entre ellas algo de su cosecha. Pero a pesar de sus cualidades de perro fiel que busca refugio a los pies del amo que la castiga, ha acabado por encontrar cansadora e inútil la faena. Luchando contra esas cualidades que el hombre ha interpretado a menudo como signos de una naturaleza inferior a la suya, o que ha respetado porque ayudaban a hacer de la mujer una estatua que se coloca en un nicho para que se quede ahí «sage comme une image»; luchando, digo, contra esa inclinación que la lleva a ofrecerse en holocausto, se ha atrevido a decirse con firmeza desconocida hasta ahora: «El monólogo del hombre no me alivia ni de mis sufrimientos, ni de mis pensamientos. ¿Por qué he de resignarme a repetirlo? Tengo otra cosa que expresar. Otros sentimientos, otros dolores han destrozado mi vida, otras alegrías la han iluminado desde hace siglos.»
En eco, un poema de Gabriela Mistral: La oración de la maestra, que me ayuda plantear mi programa Sexofonia en un oceano de (des)informaciones 🙂
Luego, el homenaje extenso del 1942 a Victoria Ocampo por Gabriela Mistral, con críticas en contra de su elitismo distanciado de la cultura sudamericana, que le hacía escribir en francés y citar con demasiada modestía a los autores consagrados como Dante o aquellos que publicó en su revista: Borges, Mann,… conservadores, comunistas…
Este homenaje está archivado en el recojo de cartas entre las dos damas de la América latina del entre-dos guerras, en la fase de expansión del continente que nunca más fue más internacionalista, cosmopoloitana y universalista.
Por qué lo leo? Porque ayuda a entender las dificultades que enfrente una mujer, aunque muy introducida en el mundillo, por tomar su independencia de espíritu y comprometerse con su cultura propia, latino-americana en este caso. ¿Seré yo también afligida por un dilema entre la cultura francesa donde me crecí, y mis raízes peruanas que quedan por revelarse?
En fin, empecé a leeros el primer capítulo tan apasionante de A room of one’s own, obra maestra de Virginia Woolf. Seguiré próximamente, este texto es fundamental no solo para entender lo importante que es la emancipación de la mujer, y su reinvidicación en el contexto de los años veinte, sino también los mecanismos de la creación, nada más.