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El sexo a veces es mejor leído que practicado, pues no todos los días tienes las ganas o la posibilidad de compartir un momento erótico, y la masturbación puede ser más resultona a gotas contadas.
Hoy leo dos clásicos de la literatura, y de la literatura erótica: Trópico del cáncer de Henry Miller (1934), traducido al castellano por Carlos Manzano (creo, porque ese libro increíble que tengo ni lo menciona!). Lo quería contrastar con una de las innumerables cartas que escribía con Anaïs Nin a la misma época, pero no me dio tiempo, me entusiasmé por el extracto escogido al azar, y me reí mucho. Espero os haya gustado escuchar mi aceno francés e intonaciones peculiares, a menudo a contratiempo. Bueno, mi ritmo, mi manera de hablar el castellano.
Claro que describe personajes misóginos, Miller. Pero primero, el hecho que el narrador se llama Henry Miller no le quita al autor su distancia crítica, y segundo, describir bien un problema, anunciar las debilidades de ciertos hombres, que describen a mujeres de manera muy esquemática, jóv